“Sólo hay una revolución posible: luz en las mentes y calor en los corazones”, Jacinto Benavente
Ésa es una de mis citas favoritas. Y dentro de ella viven el arte y la cultura.
Con arte y cultura el individuo se enriquece y se defiende de los abusos.
Distingue lo justo de lo brutal. Separa al déspota del bondadoso. Rechaza el maltrato. Se rebela ante lo injusto. Combate al corrupto. Ayuda al débil porque lo siente cercano. Educa a sus hijos en la dignidad. Comparte con sus vecinos pellizcos de conocimiento de todos para todos.
El arte y la cultura son bálsamos ante el dolor. Escudo ante la injusticia. Y riqueza interior que nadie nos puede robar.
Cuando en una sociedad (en ésta está pasando) se instala la prepotencia del gobernante y la banalidad del mercader no es casual. Se está intentando abortar el criterio.
La democracia se convierte entonces en la dictadura del dinero.
Peor aún… En el cortijo de los chorizos.
Esta mañana quiero sentirme cerca de los que tienen alma de artistas y de buenos espectadores.
Sacudidos todos por una bancarrota ética que es la peor de las ruinas.
Ya no se trata sólo del IVA, que también, se trata del desprecio creciente al valor de la sensibilidad, la hondura, la disensión y el pensamiento propio.
Es el intento de convertir al hombre en un zombi de la infección de los farsantes trileros que se han instalado en el mango de la sartén.
Me siento secuestrado por ellos y no quiero dejarme.
Todo esto no tiene ninguna gracia. Por eso en esta soleada mañana dejo estas palabras en vuestros oídos y corazones. Y en la proa del barco de mis compañeros músicos, pintores, actores, payasos, magos, escritores, cantantes, escultores o trapecistas.
Si permitimos el expolio de la mejor parte de nuestros corazones estaremos muertos o rendidos.
Y hoy hace sol, estamos juntos y no va a ser el día.
Gracias por vuestro apoyo. Somos vasos comunicantes.
Vosotros y nosotros somos trocitos de la misma alma.