Desde niño he escrito poesías. Buenas, malas o regulares. Pero nunca
he dejado de hacerlo. Es sin duda la parte más genuina de mi alma.
Hace poco comprobé los cientos y cientos de ellas que
tenía amontonados. Y sin orden ni clasificación temática tomé un
puñado de ellas, sesenta y nueve para ser más exactos, y me
metí en el estudio de Paco Ortega con sus técnicos, elegí
unas bonitas músicas para acompañarlos y de un tirón salió esta
grabación que nadie editará pero que es para mí una de mis piezas
más queridas.
Siempre he pensado, ingenuamente, que algún día alguien que diga
bien la poesía podrá convertirla en un gran espectáculo.
Por lo pronto os regalo esto. Como una herencia. Como un acto de
afecto.
Sesenta y nueve poemas elegidos al azar y
ochenta /minutos de grabación.