No hay ni habrá otro igual. Es un gran tenor, un enorme artista, un trabajador incansable y sobre todo una persona descomunal: se llama Plácido Domingo.
Se recupera ya de una embolia pulmonar y le veremos trabajar lo antes que pueda. Ha llevado su carrera de una manera constante y personal. Ha dirigido, gestionado y enriquecido su currículum con su propia iniciativa. Le han aplaudido con justicia en todos los escenarios de mundo y en todos sus géneros.
Plácido, con quien tuve la surte de estar hace dos años en el homenaje que le dimos los artistas españoles, es además asequible, sencillo, humilde y generoso. Alguien con quien siempre te alegra encontrarte.
Lo mismo se arremanga en el terremoto de Méjico, que ayuda a los que empiezan, que se levanta de sus propios contratiempos.
Es absolutamente irrepetible. Humana y profesionalmente.