El primer ministro español dimitió fulminantemente porque le descubrieron saltándose un peaje de un euro y medio en la autopista. Tras semanas de serias dudas el líder de la oposición, que debía un euro en la carnicería desde hacía un mes, tomó la decisión de no ser la alternativa. Y finalmente llegó a la presidencia la líder del tercer partido que no tenía cuentas pendientes en ningún lugar. Desde entonces España es un país donde brilla la verdad, triunfa el mérito, la libertad es incuestionable, los egoísmos han sido abortados, la transparencia es un hecho cotidiano y los ciudadanos duermen tranquilos sabiéndose respetados y protegidos.
En la última cumbre de la ONU todos los líderes políticos y empresariales del país fueron agasajados por la asamblea general puesta en pie como el ejemplo a seguir en el resto del planeta.
Da gusto ver los telediarios, escuchar los boletines horarios y leer los periódicos. Brillan la armonía, la verdad, los buenos ejemplos y la confianza. Algunos medios audiovisuales que tiempo atrás vivían de exhibir las miserias humanas han quebrado. La población lee, conversa sosegadamente, se esfuerza y se ayuda y ha vuelto una prosperidad razonable.
Han desaparecido las inquinas, la violencia, las drogas y el botellón.
Ahora caminar por el país es como flotar en un alivio inigualable que...