Quiero felicitar con toda mi sumisión y entusiasmo a este ejemplar ciudadano llamado Clé por su innegable valor al transgredir las normas que proclama seguramente en pos de alguna urgencia nacional que los demás conductores no alcanzamos a entender. Clé nos abroncó a los pagadores de multas, por los radares, y salió a 160 (no sé si para probar unos Pirelli) a cumplir con toda certeza con una alta misión para la que los demás no estamos preparados. Lamentablemente un estúpido radar, del que quizá él se haya llevado comisión, no entendió la magnificencia de su urgencia y lo delató. Clé tan ético como de costumbre dimitió aún sin motivo.
Propongo unos cursillos intensivos a los que acudan los radares para sensibilizarse con las altas misiones de las autoridades de la DGT y demás que de no ser comprendidas pueden llevarnos a la ruina. Un radar no puede delatar a quien lo pone. Un radar debe tener un nivel intelectual que esté por encima de la rutina.
Es una traición delatar al que te ha dado la vida.