Hoy empieza el juicio del hombre sin alma. Del autómata megalómano que consideró insignificantes a sus hijos frente a su venganza.
Como todos los que conocemos el caso le he dado cientos de vueltas en mi cabeza. Me resulta inconcebible tal ausencia de sentimientos y tal nivel de crueldad.
La obstinación enfermiza y el despecho en los casos de abandono de la pareja siempre me han parecido un síntoma de debilidad y, como sabemos, los personajes más débiles son siempre los más crueles. La historia está llena de ejemplos: Hitler, Nerón, Calígula, Heliogábalo...El débil desconoce el daño que causa la fuerza porque no la tiene.
Bretón es el luctuoso paradigma del hombre anónimo erguido sobre los pies de la miserable revancha.
¿Qué culpa de ello tenían sus hijos?
La pregunta es un mazazo salvaje en todos los buenos corazones.