Mientras los padres de Ana María Martos se hacen a la idea de que su hija murió hace años, cosa que no sé muy bien como se llega a digerir, los de Marta del Castillo esperan que llegue a su tierra el Georadar.
Es imposible meterse en la piel de personas que soportan un quebranto tan brutal. Años de angustia, de lucha, de oídos sordos, de esperanzas vanas...Y ahora "la esperanza de encontrar los restos de Marta".
Macabra y dolorosa esperanza. Tras un Vía Crucis que nadie que no haya vivido puede imaginar ahora la lucecita en el horizonte es encontrar los restos de tu ser más querido. La poca paz que el hallazgo pueda aportarles se la deseo. Sin olvidar en ningún momento que soy incapaz de medir el sufrimiento constante que han llevado a cuestas y el que llevarán.
En demasiadas ocasiones cuesta, seriamente, llamarnos a nosotros mismos seres humanos.
Mi abrazo a ellos y a quienes estén en tan lamentables y similares circunstancias.