Escuchas a un líder de opinión un ratito y su autoafirmación de innegable independencia y sucede. "Nadie interferirá mis pensamientos..." "no recibo consignas de persona alguna...", "nadie me dice lo que tengo que decir..."
En cada tema que aborda "la voz sin amo" hay algún guiño que barniza su rebelde incontrolabilidad. En cada tono una proclama de rebelde. En muchas preguntas impertinencia indomeñable.
Soy un ser libre subyace bajo todo su discurso.
Y al cabo de diez segundos presenta unos anuncios de bronceadores mentirosos, curas inútiles para almorranas, baratas liposucciones o la emisión de un nuevo producto bancario que quizás con el tiempo se parezca a las preferentes.